Rompiente |
Una de las poetas americanas más integradoras y fértiles de la contemporaneidad, galardonada con los premios más prestigiosos del ámbito anglosajón y, lo que verdaderamente nos impele a recomendar su lectura, creadora de una poética osada, original y propositiva de nuevos caminos de escritura como pocas. No os la perdáis...
Rompiente
Jorie Graham
Traducción de Rubén Martín
Madrid, Bartleby, 2014
Con la precisión que caracterizan sus pensamientos acerca de la poesía, Charles Simic afirma que “la forma no es una figura sino una imagen, el modo en el cual una interioridad busca hacerse perceptible”.[1] La distinción entre figura e imagen es sutil, aunque no gratuita: la primera conllevaría una perspectiva exterior, mientras que la segunda puede no tenerla, o puede prescindir de ella; entre una y otra puede abrirse, pues, un abismo de interpretación, la enorme grieta que separaría el orden natural del orden retórico, el frío mundo de los conceptos de la sensibilidad y la psiquis. O la distancia que existe entre la poesía clásica –con su aritmética de figuras o tropos– y la poesía actual, donde raras veces intervienen fórmulas sujetas a una ley objetiva o exterior. No obstante, las figuras, los tropos, no son más que andamiajes de cera a partir de los cuales podríamos construir algunas piezas prototípicas, quizás no exentas de interés e ingenio, pero que ciertamente resultan un lastre a la hora de dar con una imagen o una metáfora auténticas, porque aquello que la retórica no puede abarcar es el aspecto dinámico, la calidad psicológica de la imagen, que es el matiz que más cuenta para quien escribe un poema. Y esta perspectiva, casi no hace falta decirlo, está exactamente en las antípodas de la producción retórica de imágenes, del empleo indiscriminado de lo que podríamos llamar “efectos especiales” del lenguaje, de la mera silicona barroca. En la poesía posmoderna, podríamos concluir, sólo la interioridad es capaz de alumbrar la forma, aun sabiendo que la interioridad, por definición, es lo que no se ve, lo imposible de proyectarse hacia afuera, lo que más fácil se escurre en la escritura, a nivel de la forma.
La de Jorie Graham es poesía de la interioridad, poesía abierta al descentramiento, a las ondulaciones y los desvíos angustiosos de la conciencia en la posmodernidad. (Sigue leyendo/descárgate la reseña de Walter Cassara publicada en Nayagua 20 en el pdf de la esquina superior izda.)