Miércoles, 4 de Diciembre de 2024
José Hierro: la figura del poeta.
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Trozos / Cachos

Trozos / Cachos

Berta Piñán
Ediciones Saltadera
2018

ISBN: 97-884-94755-29-3

Trozos / Cachos

Reseña de Sara Torres para Nayagua 29

 

Trozos / Cachos es una cuidada selección bilingüe de la obra de la poeta Berta Piñán, editada para perdurar por Saltadera, dentro de la colección «Oscuro dominio», que dirige la poeta e investigadora Alba González Sanz. El libro aparece como un objeto querido y cuidado por muchas manos atentas a la conservación y multiplicación de una voz de enorme importancia tanto en bable como en español. Siendo al mismo tiempo antología y expresión nueva, la obra contiene una selección de la misma Berta Piñán, que decanta su propia voz y la transporta entre sus dos lenguas, el bable y el castellano.

En un prólogo capaz y entregado, Noni Benegas llama la atención sobre el peso en esta escritura de lo esencial y del enigma que lo esencial contiene, ejes que Piñán ya señala en su «Ars poética» (pp. 32-33). El poema mencionado contiene una declaración de búsqueda estética donde se explicitan unos «pocos signos» esenciales que se desarrollarán como temas a través de la antología. Estos signos o núcleos de indagación son, entre otros, el amor, la obsolescencia, la transformación del bios y la presencia de lo matérico, con su temporalidad distinta. Benegas conecta los poemas de amor, escritos a través de los años, con Cavafis, y lo hace motivada por aquella fuerza que «surge de la brevedad esencial, exenta de sentimentalismo y casi violenta en su concreción» (p. 9). Así, la aproximación al amor en Trozos no deja de ser una cuestión de vida y de muerte, tan seria y dura como las funciones vitales que permiten el funcionamiento de los días. No merece ni necesita esta cuestión, por tanto, juegos de palabras, como no han los órganos de buscar laberintos para mantener al organismo vivo, sino una justa economía que permita la continuación en el mundo. Hablar del amor es sin duda, en esta obra, un camino de entrega y exactitud a través del tiempo, que despierta una emoción igualmente sobria y profunda, de reconocimiento total, en su lectura. Es rotundo en Trozos que donde aparece el amor, donde aparecen la casa y los rituales cotidianos de la existencia –aunque también los grandes relatos mitológicos, construidos para trascender la muerte– están, por necesidad, las mujeres.

Es importante destacar que la riqueza de este libro tiene mucho que ver con ese festival tan acertado de lenguas en contacto que despierta. Con sencillez apreciamos cómo la certeza de las versiones en castellano alimenta el alcance de la belleza de los poemas en bable y viceversa. En algunas ocasiones, leídos los versos de izquierda a derecha en ambas lenguas, se descubren nuevos ritmos y perfectos, que en su encuentro casi nada más necesitan: «Son nueches d’insomnes les nueches de quema / Son noches de insomnes las noches de incendio» (pp. 46-47). Puede decirse entonces que aparece un poema entre poemas, suficiente en la fuerza de sus imágenes, en los sabores de sonido y resonancia, y en los sutiles matices de entrelenguas. Esta ya nueva entidad que queda flotando en nuestra experiencia del libro encuentra y establece sus propias conexiones, como ocurre con los versos anteriores, reflejados en el último poema de Trozos: «Y todavía, en algunas noches / de insomnio / asoma a la carrera / la gallina sin cabeza / el reproche de su absoluta / desolación» (p. 199).

El tiempo es aquello que se proyecta hacia delante. También el presente denso, aunque siempre en algún punto inasumible de las cosas. Pero tal vez sobre todo en este libro «tiempo» se entienda como la actividad significativa del pasado que recoge la memoria como seña de identidad de la voz que poetiza. Son marcas en el tiempo la casa, la llegada de las garzas, el sonido de un nombre repetido; son fijación en la fluidez de la materia que fluctúa y se transforma. Una marca en la memoria es, por tanto, demarcación en la masa extraña y móvil del tiempo, punto de referencia para reflexionar sobre lo que una misma pueda ser o haya sido. El mapa «genético» (p. 62-63) y el mapa poético de Piñán están formados por atenciones a la materia inerte y a la viva. Su sujeto de enunciación es mineral, vegetal, mamífero e insecto; conoce los rituales de lo rural y también los relatos que nacen en las grandes ciudades del mundo. Incide en el amor familiar y romántico, pero también en la empatía por un otro víctima de las tragedias políticas contemporáneas. Ella, lugar de enunciación, está atenta al adentro, pero a un adentro que se entiende como entramado de vasos comunicantes.

(…)

 

Reseña completa en Nayagua 29

 

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