Carmen Díaz-Maroto presenta El nido del hielo FCPJH

Las palabras necesitan decirse para que las cosas existan; así nombrar los vínculos, las referencias de todo lo vivo, las relaciones que se tejen entre los seres y la muerte, la necesidad de estar y de acompañamiento, la liberación del peso que procura la finitud, la democracia radical de las leyes naturales donde no existen preferencias. Es la naturaleza quién nos pone en nuestro lugar, nadie es más importante que nadie y, para ella, tanto da una hormiga, los microorganismos del humus o un ser humano.

Si necesaria es la referencia y la relación del yo con los otros, también es preciso investigar el adentro, el conocimiento de sí. El propio reconocimiento ayuda al reconocimiento del otro, el cuidado de sí impulsa el cuidado del otro, en ti me veo. Reflejo e imagen se encuentran y se funden. En El nido del hielo el yo está desplazado, su propuesta es el encuentro con la otredad en esa búsqueda democrática que la naturaleza señala. Tan sólo hay un poema con un yo manifiesto y ese yo está desnaturalizado. El yo está en continuo cambio, quizás el tiempo del yo no sea el presente, siempre está proyectado en el pasado o en el futuro y hasta puede que sea algo ajeno, una idea de yo. El poema es el lugar donde se puede fijar el presente y, en él, el yo egocéntrico no tiene cabida. En una sociedad en la que impera el narcisismo, quizás sea conveniente parar un momento, relativizar la propia importancia para sentirla en relación con la ajena. La mirada desligada del yo hace un intento de asumir los huecos y las elipsis que la vida y las circunstancias nos traen, nos permite ser juntos para convertirnos en algo más grande que nos recoge.