Experiencia Butoh |
Reseña de Lola Nieto para Nayagua 29
Nos dijo: ni animal ni persona ni planta: materia en tránsito. Esa era la consigna. Empezamos a caminar muy lentamente –realmente muy muy muy lentamente– por el suelo de madera, descalzas. Los ojos abiertos, al rato, no veían nada, turbios o resecos. Los brazos extendidos hacia abajo dejaron de percibirse. El cuerpo no se movía aunque algo buscaba un deslizamiento mínimo. Estuvimos así. Quizás poquísimo. A esto llamó Mono. Nos dijo: ser una vasija vacía, ese es vuestro acontecimiento.
Supe luego que Natsu Nakajima, la mujer pequeña, vieja, ágil, cimbreante, rigurosa, rostro blanquísimo, piel cubierta de negro, una gota espesa y brillante de sangre gris que saltaba por la sala dejando siempre un reguero de agujas de pino, había sido discípula de Tatsumi Hijikata y Kazuo Ohno, dos cuerpos que bailaron por primera vez algo llamado butoh. Natsu Nakajima me enseñó aquellos días de otoño en Barcelona que mi cuerpo podía ser un espacio de carne pero carne fantasma vivo, un recipiente sin sabor. Natsu Nakajima me daba mucho miedo y ternura a la vez.
Leí Experiencia Butoh de Daniela Camacho –libro por el que obtuvo el Premio de Poesía Joaquín Xirau Icaza– después de haber vivido una experiencia butoh con mi cuerpo. Fue solo por unos días. Fue solo asomarme a una percepción desconcertante que comunica cuerpo y palabra. Por eso, leer la escritura de Daniela Camacho supuso recorrer en sentido inverso un carrete tocado antes, una amalgama de nudos giratorios en la que ya me había dejado engranar.
Este libro no es un poemario. Como la danza butoh no es una danza. Este libro es una falsa y verdadera biografía de Tatsumi Hijikata y una confesión y un análisis de algunas de sus performances y un ensayo sobre el butoh y un diccionario de la imaginación de Hijikata. Algo así se apretuja en las protuberancias de un cuerpo que escribe en cinco figuras o partes. Y en ese deambular flota una pregunta: ¿de qué modo hacer que la escritura baile butoh? No otra pregunta se haría Hijikata hace décadas: ¿de qué modo hacer que el cuerpo baile butoh? Traducción. Si el butoh es llevar el cuerpo al movimiento de lo que no sabemos nombrar (butoh proviene, al parecer, de ankoku buyo, siendo buyo el término con el que se engloban las danzas extranjeras, aquellas que aun reconociéndolas como danzas no se pueden llamar por ausencia de vocablo), el poema debe llevar la escritura a aquello que no sabemos decir. Butoh y poema: un tránsito es otra forma de traducción. Y es que el butoh es casi un ritual para transformarse en nada y luego albergar, a través de la transmutación del propio cuerpo, otros cuerpos. Hijikata tradujo en su cuerpo un movimiento desconocido e innombrable, una experiencia de pérdida del cuerpo y de la identidad para, a través del gesto, trascender el propio ser.
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Reseña completa en Nayagua 29